Mercadillo de Fuengirola (Málaga)

"Uno guarda objetos como si no se fuera a morir nunca, confundiendo los objetos con las experiencias vividas. Guarda bien tu vida, no vaya a ser que se mueran tus objetos"  Diógenes Laercio

Pues dice que va un francés, un alemán y un finlandés hará unos veinte años por la Costa del Sol y, entre cerveza y cerveza, comentan entre ellos: oye, ¿por qué no montamos un mercadillo de cosas de segunda mano tipo los que hay en centro Europa? Y lo montan. Y no es un chiste. Aquí la prueba.

Hoy no os traemos por aquí ningún DIY, mueble, complemento o trasto antiguo, aunque en las fotografías podáis ver un poco de todo eso, hoy queremos compartir con vosotros un lugar que nos encanta y que es visita obligada para nosotros cuando estamos en Málaga: el rastro o mercadillo de Fuengirola.

Leía el otro día por algún sitio que no hay nada mejor para pulsar la realidad de una ciudad o pueblo que visitar su rastro, pues ahí se da cita la esencia misma del lugar. Y esto, palabrita del niño Jesús, en el caso de Fuengirola es así, sin duda. Este mercadillo, como comentaba al principio, fue creado hace un par de décadas por residentes extranjeros en la Costa del Sol y aun hoy conserva esa esencia que por aquí llamamos guiri que le da un toque tan característico como original. De hecho, pocos rastros de este tipo se pueden encontrar por España, quizás una zona del de Madrid sea lo más parecido que se nos ocurre.

Y conserva tal la esencia de sus comienzos que, aun hoy día, si no sabes algo de inglés te resultará complicado entenderte con el vendedor de turno. Pero su esencia también consiste en encontrarte justo en el puesto de al lado con un señor de Almogía (la Málaga profunda e interior) que vende cencerros y que si eres de Valladolid tampoco conseguirás entender. A esto súmales el gitano que vende aguacates en un carrillo de los de obra,  una excéntrica cantante anglosajona en silla de ruedas micrófono en mano o un señor que vende única y exclusivamente bolas de golf usadas. Tremendo combo.

Cajas registradoras antiguas, máquinas de fotos, revistas de decoración inglesas, juguetes, monedas, muebles, ropa de segunda mano, artículos de imitación… el catálogo de objetos que puedes encontrar es enorme. Es sugerente, sobre todo, la posibilidad de encontrar artículos o marcas de más allá de nuestras fronteras, inusuales en mercadillos, llamémosle convencionales.

En definitiva un lugar curioso que no te dejará indiferente y que si eres amante de todo este mundillo y te encuentras de vacaciones por estos lares tienes que visitar si o si. ¡Ah! Y como buen mercadillo que es, no te olvides de regatear.

PD: diferenciar al vendedor autóctono del extranjero es very easy. El local irá abrigado hasta las orejas desde octubre hasta abril. El extranjero usará el mismo uniforme durante todo el año: pantalón corto, camiseta y chancla con calcetines blancos… llueva, truene o salgo el sol. Por Antequera. Por ejemplo.