Sillas Cup-cakes

"La creatividad necesita valor" Henri Matisse

Con diferencia, el trabajo más duro de los que he realizado hasta ahora, y cuando digo duro, me refiero a un mes completo con dolor de espalda. Las sillas me las trajo a casa un "Cazatesoros" único, mi amigo Jose, otro friki y amante del mundo yanki. A raíz de esto, me planteo seriamente si el "cazatesoros" nace o se hace, creo que tanto Jose como yo llevamos algún código genético en el que aparece tal información, la atracción hacia cualquier objeto, elemento del pasado y fascinación por todo lo que tenga relación con una granja perdida en mitad de Nebraska.

Y volviendo a las sillas, estaban en un estado lamentable, las revisé bien por si tenían algún tipo de carcoma,  y las limpié con agua y jabón, nunca con lejía, ya que la madera maciza es un material que necesita metodos nada agresivos. Comencé con la terrible tarea de retirar el antiguo y sucio asiento, debajo del trozo de polipiel podía encontrar cualquier porquería...o un millón de euros, pero antes había que quitarle hasta el último clavo... no sé cuantos quité, pero si  recuerdo que cuanto más quitaba, más veía, posteriormente los fuí tapando uno a uno. Esta tarea me llevó varios días, y ese millón de euros seguía sin aparecer.

Quedó solo el esqueleto de las sillas y por temás higiénicos me parecio que debía tirar todo lo que había ahí debajo.. Pinté a pistola en color verde aguamarina, enevejecí y enceré.  No apliqué pátina de ningún tipo.

Una vez secas, comencé a montarlas de nuevo; se han puesto cinchas de tapicero, sobre ella una gomaespuma y recubriendolo todo para dar forma  guata.

Y por fin, tapizar, el último paso pero no más fácil por ello. Compré una tela con motivos de cup-cakes y con mucha delicadeza la grapé a la silla. Para el remate utilicé una cinta de pasamanería color fucsia que contrasta a la perfección con las piezas.