A nosotros nos pasa igual que a al Doctor Lecter, preparamos nuestras propias comidas pero a diferencia de Hannibal lo hacemos porque como toda madre dice: "hay que comer caliente"; aunque sea agosto y estés a 40 grados. Pero dejando al margen el tema de la "comida caliente" y la llamativa forma de comer del Doctor Lecter, tenemos que decir que nunca nos acostumbraremos a comer fuera de casa, por mucho que lo hagamos. No siempre es fácil preparar comidas en cantidades y proporciones geométricas concretas, almacenar los tupper a modo de tetris en el armario, transportarla sin que se te derrame nada y terminar acumulando cubiertos que no se sabe como han llegado al cajón de tu casa. Ahí es donde esta entrada viene como anillo al dedo. Hasta el menos despistado acaba intercambiando sus tenedores de forma inconsciente con el resto de compañeros de trabajo. La solución no es comprar otro juego igual, obviamente terminará de la misma forma. He aquí la solución creativa a nuestros problemas: si, pintarlos.
Los materiales que vamos a utilizar son muy difíciles de conseguir (modo irónico on): cubertería, pintura en spray, cinta de carrocero y papel de periódico.
A continuación cubriremos con cinta solo una parte del cubierto, dejando la empuñadura o mango al aire.
Pintamos en exterior, no os arriesguéis a hacerlo dentro de casa, primero porque esta pintura llega hasta los rincones más recónditos, a lugares donde solo las pelusas son capaces de llegar: Y en segundo lugar por ser un olor fuerte del que cuesta desprenderse.
Una vez seco, retiraremos la cinta de carrocero y listo. Cubertería unificada y prácticamente nueva. Y si ya que estáis os animáis con los tuneos pues podéis continuar customizando la vajilla. Así no habrá ninguna duda del propietario o propietaria de la vajilla y cubertería.
Esperamos que os guste.